Querido hijo. Yo he sido hormiga.
Querido hijo:
Disfruta de tu juventud, pero necesito darte un consejo que me dieron a mí a tu edad y que vale oro.
Sé que tú ahora tienes otros problemas. Que vives deprisa, y que pensar en la jubilación te suena a algo lejano. Pero yo estoy a punto de cruzar esa línea y quiero explicarte por qué lo he hecho bien.
¿Te acuerdas cuando, de pequeño, te contaba la fábula de la cigarra y la hormiga antes de dormir? Pues en esta historia yo he sido hormiga. Para mí, ser mutualista ha sido elegir el camino largo, el que se basa en el esfuerzo y en renunciar a caprichos para que ni tú ni nadie tenga que cargar con mis decisiones. Por ello, he tenido que ahorrar cuando otros gastaban, disfrutando de mi vida pero no malgastando ni viviendo por encima de mis posibilidades.
Por eso, hijo mío, hoy no puedo quejarme, porque todo lo que tengo es fruto de mis propias decisiones.
Hay quienes aportaron poco, muy poco, y ahora reclaman lo mismo que yo. Por eso yo siempre confié en el sistema alternativo: cada uno tiene lo que aporta, ni se beneficia de otros ni perjudica a nadie.
Conforme están las cosas ahora, a ti te tocará trabajar el triple: por ti, por mí y por ellos. Por eso te escribo esta carta. Para que puedas compartir una forma de vida basada en el esfuerzo. Para que entiendas la importancia de elegir tener el control de tus ahorros para que, igual que yo lo he hecho por ti, tus hijos estén tranquilos cuando crezcan.
Con orgullo.
Papá